Lecturas para crédulos

Existe entre la lectura y el estío una correlación de intereses tan curiosa e inquietante como la que une a los gimnasios de barrio con el Año Nuevo, como si ambos estuvieran obligados a entenderse. Parece que la modorra veraniega debe actuar en nosotros como un resorte que acciona de inmediato las ganas de acudir en masa a las bibliotecas en vez de hacer lo que tanto nos merecemos, que es dormir con babero y, si acaso, darnos algún que otro chapuzón.

Hay quien piensa que el verano es sinónimo de tiempo libre, e incluso quien va más lejos y da por sentado que en caso de poder disfrutarlo, uno piensa ocuparlo en el heroico ejercicio de la lectura. Igual son los mismos que piensan que el acompañante más acertado para el sustantivo España es el adjetivo solidario, pasando por alto algunas cosas. No obstante, siempre hay que tener alguna respuesta preparada por si a alguien se le ocurre la maldad de preguntarnos qué hemos leído este verano, ya que aceptar que esa no es una actividad que ocupa nuestras vacaciones no está contemplado en estos tiempos donde la casa, ante todo, debe parecer limpia.

Para quien todavía crea en los héroes contemporáneos y los buenos propósitos, le interesará la lista que el periodista David Gistau ha publicado en ABC con las lecturas que han tenido ocupados a nuestros políticos durante este verano que ya amenaza con cogerse las de Villadiego. Claro, que como ya advertía, es algo que hay que tomarse con mucha calma, porque quien cree todavía en los héroes modernos corre el peligro de que acaben por caer ante sus tobillos ante un solo soplido; y quien prefiere vivir en la fantasía, el peligro mucho mayor de acabar acomodándose en ella.

A unos les descorazonará la idea de que Albert Rivera, líder de Ciudadanos y yerno perfecto, sólo haya tenido tiempo de abrir una de Lucía Etxebarria cuando al muchacho se le presupone dispuesto y capaz de mucho más. A otros les llenará de satisfacción comprobar que Alberto Garzón o Pablo Iglesias han sido supuestamente capaces de completar obras que ellos jamás leerían, como “Filosofar desde Abajo” “Elogio de la política profana”, que suenan apasionantes.

¿Y qué pasa con la casta? Los políticos más veteranos no se quedan atrás, y es que Rosa Díez (lectora voraz según la consulta) se ha cepillado más de una docena de títulos, y nuestro presidente Rajoy ha devorado la trilogía de la crisis de Petros Markaris además del último premio Pulitzer de ficción.

La verdad es que con estos resultados dan ganas de estar orgullosos de nuestros políticos y adoptarlos como referentes intelectuales. Si nos fiamos de lo que dicen a través de sus jefes de prensa, con alguien capaz de tener en su mesita de noche a Manuel Vázquez Montalbán, José Hierro y ya no digamos nada Nelson Mandela (como dice haber tenido Pedro Sánchez), podemos estar tranquilos. Pase lo que pase después del 20 de diciembre, estamos en manos de políticos cultos y sensibles que sólo anhelarán alcanzar el bien y la justicia para todos. Ahora solo nos queda, eso sí, no hacerles demasiado caso hasta depositar nuestro voto, no vaya a ser que la realidad nos arruine una bonita ilusión.

Comentarios