Sobre los JJ.OO de 2016

Ayer se hizo público el informe de la comisión de evaluación del COI (Comité Olímpico Internacional), sobre las cuatro ciudades candidatas a albergar los Juegos Olímpicos del año 2016. Una decisión que se tomará dentro de un mes en una reunión extraordinaria de dicho organismo en Copenhague (Dinamarca). Los señores de la comisión, a parte de “visitar” las ciudades candidatas en autobús escoltado, y dormir en el mejor hotel de cada lugar al que van (por lo que poca realidad pueden palpar en sus visitas), tienen la misión de elaborar el ya mencionado informe con el cual otros señores eligen a la ciudad sede de los JJ.OO. El informe no es vinculante, y tampoco hace falta que lo juren. Cada votante ejerce su libre derecho al voto, creemos, que habiéndose leído los cuatro informes, pero de eso tampoco nadie está del todo seguro.

Demasiadas dudas en el propio entorno del COI, demasiadas dudas en la elección de la ciudad-sede, demasiadas dudas en el informe hecho a cada una de las ciudades, y demasiadas dudas en quienes les toca interpretarlo todo. Y claro, cada vez que hay dudas, cada cual ve las cosas como quiere.

Dice Mercedes Coghen, consejera – delegada de Madrid 2016, que el informe ha dejado un sabor “agridulce”. Pero es más agrio o más dulce depende de quien lo interprete. En España tendemos a ser exagerados, tanto para lo bueno como para lo malo, en cualquier situación. Así, el sabor agrio lo ponen los periódicos, con titulares como “Varapalo para Madrid”, “La peor valorada”, “Nos pinchan el globo de Madrid 2016”, etc. Y digo lo de exagerados, porque comparando la prensa de nuestro país con la del resto de países implicados, esta última se muestra mucho más cauta y menos crítica con la candidatura española en su interpretación. La nota dulce, como siempre, viene acompañada de los responsables políticos, para los cuales no existe la palabra “perder”, ni “fracaso”. Y así, hay que oír cosas como “La candidatura madrileña es tan buena, que claro, algo menos bueno tenían que poner para criticar a todas en algún aspecto”, en fin. Resulta muy llamativo, que las dos críticas sobre las que se ha puesto mayor énfasis recaen exclusivamente en políticos: tanto cuando hablamos de la no-legislación antidopaje, o cuando hablamos del des-control político/burocrático que nos lastra, si ya lo decía Larra… Una vez más, la población, mayoritariamente favorable a acoger unas olimpiadas, vuelve a estar un paso por delante de sus representantes políticos. Y el desnivel es ya preocupante y con visos de volverse escandaloso.

En cualquier caso, creo que estamos hablando más de lo debido sobre el dichoso informe, porque al fin y al cabo, su efecto es “muy relativo”; sobre todo teniendo en cuenta otros factores: la rotación de continentes, los intereses de otros países europeos más influyentes que nosotros a presentarse en 2020, el más que probable interés por organizar unas olimpiadas en un país en vías de desarrollo, la improbabilidad de que cualquier país pueda albergar dos olimpiadas en 25 años de diferencia (algo que sólo se le permitiría a Estados Unidos, por ser quien es), etc. Y por lo tanto la pérdida de votos parece un “chorreo”, como diría aquel.

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